Premio Atila a la Política Agraria Común (PAC)

Como cada año, Ecologistas en Acción recuerda que el 5 de junio es el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 para aumentar la conciencia medioambiental y fomentar la acción global en la protección del medio ambiente. Para ello, la organización ecologista premia a los que son como Atila: por donde pasan, no crece ni la hierba. Con estos premios se señala a instituciones y a sus responsables como causantes de agudizar la crisis social y ambiental.

El primer premio, Premio Atila 2019, ha sido para la nueva Política Agraria Común (PAC), por seguir apoyando la agricultura y ganadería industriales y dejar de lado la protección de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático.

La PAC de los últimos 40 años ha hecho que la agricultura sea uno de los principales factores de degradación ambiental en Europa. Pese a sus supuestos compromisos ambientales, los pagos “verdes” por prácticas agrarias beneficiosas para el clima y el medio ambiente de la vieja PAC no consiguieron aunar producción de alimentos y protección de la naturaleza. La nueva PAC reduce aún más sus objetivos ambientales y carece de propuestas concretas para hacer la agricultura europea más respetuosa con las personas y el planeta. También ignora las bases científicas que muestran que una agricultura europea realmente sostenible, basada en principios agroecológicos, supondría un enorme beneficio para las personas, la naturaleza y el futuro de Europa.

Hasta la fecha, la PAC ha promovido el abandono del campo, ha vaciado de población las zonas rurales del Estado español, contribuyendo a su vaciado, y ha fracasado estrepitosamente en los objetivos de fijar población joven en el campo y apoyar las iniciativas de las mujeres rurales. En las recientes negociaciones sobre la nueva PAC entre el Consejo, el Parlamento y la Comisión europeas, ministros y ministras de agricultura de los Estados miembros se han negado a apoyar las propuestas sobre justicia social y las exigencias ambientales, lo que no hace sino rebajar aún más las aspiraciones sociales y ambientales de una nueva PAC que no debería estar alineada con los intereses de la agroindustria sino con una transición ecológica justa. Ha dejado pasar la oportunidad de liberar los campos y los alimentos de pesticidas y otros tóxicos, de apoyar de forma inequívoca la agricultura ecológica, de rechazar la agricultura industrial y las macrogranjas, y de poner en valor la multifuncionalidad de la agricultura.

El segundo premio, Premio Caballo de Atila, se lo ha llevado el Grupo Repsol-Petronor. Entre sus méritos destaca el haber promovido la introducción del gas en el transporte en la Ley de Cambio Climático, bloquear la necesaria desaparición de los coches a combustión, liderar apuestas temerarias en el sector del hidrógeno y macroinfraestructuras enormemente contaminantes como el corredor del hidrógeno vasco.

Repsol tampoco ha dudado en denunciar a las activistas que realizaron una acción frente a su sede el pasado diciembre. En estos momentos la empresa es la mayor representante española de un sector fósil incompatible con la justicia climática y social, con un fuerte impacto en muchos países del sur. Recoge el premio su consejero delegado, Josu Jon Imaz, una de las personas más activas en la presión institucional de la empresa para hacer de la transición energética un negocio de cara al lavado verde de Repsol.

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