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«No hay agua para tanto regadío»

Activistas de Greenpeace han desplegado hoy, primer día del verano, una pancarta de más de 200 metros en el acueducto del Cigüela (Cuenca) para denunciar, bajo el lema “no hay agua para tanto regadío”, que en España tenemos mucha infraestructura hidráulica, pero que no garantiza una distribución equitativa del agua. La actual política hidráulica permite beneficios económicos cortoplacistas, cada vez en menos manos, a costa de un grave impacto ambiental. Junto a otra enorme pancarta de 35 x 18 metros con el lema “Salvar el Agua”, más de una veintena de activistas han querido denunciar así la falta de responsabilidad política en este problema de primer orden.

Greenpeace ha elegido el acueducto del Cigüela como un ejemplo de infraestructura hidráulica faraónica (6,2 km), a las que tanta prioridad se les ha dado en la gestión del agua en España y que todavía se siguen reclamando por parte de algunos partidos y lobbies. El trasvase Tajo-Segura, que circula por este acueducto, está sobredimensionando regadíos del Levante, acabando con una joya de la biodiversidad como es el Mar Menor. Obras como ésta no son prioritarias para la gestión eficiente del agua y dejan de lado el verdadero problema, jugando con falsas promesas para obtener un puñado de votos, en contra de la protección real del medio hídrico (ríos, humedales, marjales, marismas, acuíferos…). Se está poniendo en riesgo la supervivencia de la agricultura tradicional y familiar, para ponerla en manos de grandes agroindustrias y fondos de inversión y se están perjudicando enclaves fundamentales por su biodiversidad como Doñana o las Tablas de Daimiel. 

Greenpeace ha presentado estos días el informe ‘La burbuja del regadío’ que alerta claramente de la insostenibilidad del actual modelo de regadío intensivo:

  • El 16,23 % de los regadíos en España están en áreas tensionadas, es decir, con acuíferos en mal estado cuantitativo y cualitativo y en zonas vulnerables a nitratos
  • El 13,8% de los regadíos están sobre zonas que afectan a espacios naturales protegidos
  • La modernización del regadío aumenta en realidad la superficie de riego, genera cambios hacia cultivos más demandantes de agua y estimula las dobles o triples cosechas anuales, aparte de que merma el retorno de agua
  • Tenemos poca agua pero, encima, la exportamos (en forma de frutas, verduras y carne) y la tiramos (en España desperdiciamos más de 1 millón de toneladas de alimentos al año, unos 130 litros de agua perdida por persona y día). 

A pesar de las lluvias de este mes, el agua embalsada sigue sin alcanzar el 47,5 % esta semana y el 44 % de los acuíferos están ya en malas condiciones. Con estos datos graves, es incomprensible que, entre 2004 y 2021, los regadíos -y solo los “legales” de los que hay datos- hayan aumentado un 16 %. Existe descontrol del recurso y políticas sin estrategia climática que solo buscan el beneficio económico inmediato sin entender la gravedad de la situación del agua que vamos a tener que afrontar. 

Según ha manifestado in situ el responsable de Agua en Greenpeace España, Julio Barea: “Nuestros responsables políticos siguen prometiendo agua, un agua que no existe y que en el futuro será aún más escasa. Tenemos que cambiar la manera de gestionarla y apostar por una transición hídrica justa. Nos jugamos poder tener agua para beber, que nuestra agricultura tenga futuro y que podamos mantener nuestra biodiversidad frente a las consecuencias del cambio climático. Las próximas sequías serán aún más intensas y prolongadas por lo que prometer ampliar regadíos es una mentira que pagaremos toda la sociedad y nuestro medio ambiente”.

La campaña electoral previa al 23-J es el momento para que los partidos definan su postura ante este problema y así el electorado sepa cuáles son las propuestas que protegen el agua, a las personas y los ecosistemas. Greenpeace apela a la responsabilidad de la ciudadanía con respecto a los distintos partidos y cómo estos proponen gestionar los recursos naturales.

Además de sensibilizar a la ciudadanía con la acción de hoy, Greenpeace está también recorriendo estos días fuentes y baños públicos de más de 35 ciudades de toda la geografía española para alertar a la población sobre el peligro del regadío intensivo, que se lleva casi el 80% del agua de nuestro país. Una realidad que la mayoría de la población desconoce, a pesar de que la ciudadanía sería damnificada directa por la falta de agua en un futuro no muy lejano.

Julio Barea | Greenpeace

Los cultivos intensivos provocan que España sea mucho más vulnerable frente a la sequía

Hoy el regadío supone más del 85% del consumo total de agua. Si tienen en cuenta los retornos (el agua que vuelve al sistema después de ser utilizada), el consumo neto total del regadío sería de 93%. En las últimas décadas la superficie regada no ha dejado de crecer, especialmente en Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura. En Castilla-La Mancha se ha incrementado en un 64,7% en los últimos 25 años, mientras que en Andalucía el incremento ha sido del 44,1% para ese mismo periodo. La modernización de regadíos, cuyo teórico objetivo era el de aumentar la eficiencia en la utilización del agua y así liberar recursos, ha conseguido el efecto contrario, pues los volúmenes liberados se han empleado en abastecer a nuevos regadíos. Como resultado, el agua total consumida en los regadíos cada vez es mayor.

A consecuencia de este crecimiento exponencial, los embalses siempre se mantienen especialmente bajos (el agua según les llega se envía a los regadíos), lo que hace que el Estado español sea muy vulnerable ante un periodo de sequía que es habitual en el clima mediterráneo. A día de hoy, el nivel de los embalses en España se sitúa 18 puntos por debajo de la media de los últimos 10 años para esta misma fecha. En las regiones donde más ha crecido el regadío, y en gran medida a consecuencia de ello, la situación es mucho más preocupante. En Andalucía los embalses se encuentran 35 puntos por debajo de la media, y en la cuenca del Guadiana se sitúan 27 puntos por debajo del nivel medio de los últimos 10 años. En Cataluña la situación también es crítica: el nivel de los embalses de la Cuencas Internas de Cataluña se encuentra más de 55 puntos por debajo de la media de los últimos 10 años. Asimismo, el estado de los acuíferos sigue empeorando, según informes del propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, pues sus niveles siguen bajando, con independencia del régimen de lluvias, y cada vez son más los acuíferos sobreexplotados.

La primavera está resultando seca. Todo apunta a que en agosto será necesario llevar a cabo cortes diarios de agua en el suministro de varias importantes ciudades andaluzas, así como en muchos pequeños municipios. El acceso al agua potable es un derecho humano, establecido como tal por Naciones Unidas en 2010. Un derecho que a cientos de miles de personas este verano se les va a cercenar.

Varias regiones se encuentran ya al borde de un colapso hídrico, que podría tener lugar en los próximos meses. Por todo ello, Ecologistas en Acción solicita al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que proceda de inmediato a cortar totalmente el riego en todas aquellas demarcaciones hidrográficas en las que los embalses se sitúen 20 puntos o más por debajo de la media de los últimos 10 años. En el resto de demarcaciones también se debe restringir sustancialmente el riego. Por último, la organización ecologista solicita que se modifiquen los planes hidrológicos y se incluya en todos ellos la prohibición de crear ni una sola hectárea más de regadío, así como que se establezcan planes encaminados a la reducción parcial de la superficie de regadío existente, actuando prioritariamente sobre las grandes explotaciones y sobre aquellos cultivos de leñosos en riego que son propios de secano (olivar, viñedo y almendro).

De esta manera se podrá garantizar el abastecimiento de agua a las poblaciones, así como el mantenimiento de los caudales ambientales en los ríos. En el caso de que no se adopten esas medidas, el sistema hídrico colapsará en amplias zonas del Estado español, con cortes diarios de agua a numerosas poblaciones, que cada vez serán de más duración y supondrán una pérdida en la calidad de vida de sus habitantes.