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El Consejo de Ministros aprueba los planes hidrológicos para el próximo lustro

Hoy el Consejo de Ministros acaba de aprobar los nuevos planes hidrológicos para el próximo lustro, tras casi un año de retraso. Estos planes incluyen medidas para cumplir los objetivos de la política ambiental y del agua que exige Europa, pero en opinión de WWF, contienen carencias importantes. Los nuevos planes hidrológicos mantienen la presión sobre los recursos hídricos y no garantizan suficiente agua para la naturaleza, a pesar de los problemas de escasez hídrica y de sequía que hemos sufrido en los últimos años. Sin embargo, cabe destacar que estos planes eliminan un buen número de embalses inviables social, económica y ambientalmente. 

WWF considera los nuevos planes hidrológicos para el periodo 2022-2027 un paso adelante en varios aspectos, aunque no garantizan que se pueda cumplir antes de 2027 los objetivos para alcanzar el buen estado ecológico de todas las masas de agua, tal y como exige la Directiva Marco del Agua (DMA). Un gran reto ya que los organismos de cuenca acumulan un enorme retraso en el cumplimiento de estos objetivos desde 2015.  Lograrlo dependerá del compromiso de este y de los futuros gobiernos con nuestros ecosistemas acuáticos, dotando de recursos financieros y humanos suficientes a las administraciones responsables para transitar, de manera justa y decidida, hacia una transición hidrológica adaptada a la crisis climática, tal y como ha expresado el MITECO.

En opinión de la organización, estos planes incluyen avances para empezar la restauración ambiental de espacios emblemáticos, como Doñana o el Mar Menor, que desafortunadamente a día de hoy siguen amenazados por la sobreexplotación y el uso ilegal del agua.

Por otro lado, los programas de medidas que se van a aprobar incluyen también un buen número de medidas de restauración ecológica de ríos y zonas húmedas, aunque la información presentada no permite entrar en detalles suficientes como para comprobar su coordinación con la reciente iniciativa del Ministerio de reactivar la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos, la Política Europea de restauración o los objetivos de la Red Natura 2000.

De igual modo, se han previsto inversiones muy significativas para hacer frente a los problemas de depuración de aguas residuales urbanas que venimos arrastrando desde hace décadas, y por los que España ha sido sancionada por la Comisión Europea. Otras medidas están enfocadas a la reducción de la contaminación difusa de origen agrario, pero resultan inciertas en su aplicación al no depender directamente de las autoridades del agua. En este sentido, WWF exige una coordinación estrecha con las comunidades autónomas para su correcta implementación.

Los nuevos planes hidrológicos plantean avances insuficientes ante el cambio climático, ya que no han recogido la gestión de la incertidumbre en la asignación del agua teniendo en cuenta los diferentes escenarios que apuntan a una reducción de aportaciones de agua. Frente a ello, WWF demanda  mantener los caudales medios en los ríos para garantizar las necesidades hídricas para la naturaleza. Esta es la única forma de asegurar un reparto racional de los recursos y cumplir con las demandas del resto de usuarios. Esto es esencial para la conservación de los espacios protegidos, empezando por la Red Natura 2000, y para contribuir a la consecución del estado de conservación favorable que exige la Directiva Hábitat de la UE.

Lamentablemente en esta planificación se rebajan las exigencias para que la modernización de regadíos ahorre agua de forma efectiva y se permite la expansión de nuevos regadíos en zonas como Extremadura, el Guadalquivir, o el Segura que han sufrido graves problemas de falta de agua en los últimos años.

También se han incluido acciones para mejorar el hábitat fluvial y los caudales ecológicos de los ríos españoles, entre las que se incluyen los estudios en profundidad y la evaluación con criterios científicos de sus efectos. Pese a ello, queda un largo camino por delante para que estas iniciativas se transformen en un régimen de caudales ecológicos, con todas sus componentes, que sirvan para garantizar la buena salud de todos nuestros ríos y humedales, así como de la gran biodiversidad endémica que depende de ellos.

Nylva Hiruelas  | WWF

 Los nuevos planes hidrológicos siguen siendo insuficientes para hacer frente al desafío de la crisis climática del agua

Las organizaciones ambientales recuerdan que tan solo se ha mejorado a la hora de reconocer los graves problemas que sufren los ecosistemas acuáticos y acuíferos y se han hecho ciertos avances en algunas materias, como incorporar mejor la restauración de los ríos. Sin embargo, estos planes siguen sin hacer frente a los desencadenantes de la degradación de los ecosistemas acuáticos. Esto significa que no se va a garantizar que los ríos, humedales y acuíferos españoles puedan adaptarse al cambio climático ni, mucho menos, que sobrevivan a la extrema sobreexplotación.

Grandes obras que chocan con la transición ecológica

De igual forma, insisten en que era razonable que muchas infraestructuras dañinas para los ríos, como grandes presas, no entraran en este ciclo de planificación. No obstante, los documentos mantienen algunas obras obsoletas para la transición ecológica y la protección de las masas de agua, entre ellas, el recrecimiento de Yesa (en el Ebro), las balsas de La Rial y de Los Morales (en el Duero), o el recrecimiento del Agrio (en el Guadalquivir). De hecho, se incluyen obras que cuentan incluso con sentencias de nulidad por parte de los tribunales, como el caso de Mularroya.

Caudales para cumplir el expediente

Aunque Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF España dan la bienvenida a que, por primera vez, tras 12 años de planificación hidrológica, se reconozca la obligatoriedad de fijar un régimen de caudales ecológicos universal, los caudales mínimos, en general insuficientes, están lejos de cumplir con los objetivos de la legislación de aguas.

A pesar de ese tiempo transcurrido, los valores fijados de caudales ecológicos no se ajustan a los resultados de los estudios más recientes, siendo necesaria su redefinición. Por el contrario, los caudales se ajustan para no comprometer los consumos actuales o futuros, por lo que no suponen en la práctica apenas ningún tipo de restricción, tal y como exige la ley. Además, el programa de seguimiento de su cumplimiento real por los usuarios está muy limitado y no atiende a las necesidades hídricas de los espacios Red Natura 2000, tal y como apuntaba la Comisión Europea en sus informes de evaluación de los planes vigentes.

La apuesta por la expansión e intensificación y modernización del regadío

Las organizaciones ecologistas alertan de que se siguen promoviendo las actividades que más impactan a los ríos, humedales y acuíferos, ligadas a la expansión del regadío intensivo en todas sus vertientes. Entre ellas, nuevas transformaciones, intensificación y ampliación de riegos existentes mediante modernizaciones que no cuentan con una justificación medioambiental, y el uso del agua depurada o la sustitución de bombeos. Asimismo, insisten en que se mantiene en gran parte esta política, culpable de los graves problemas de sobreexplotación y mal estado de las masas de agua en muchas cuencas, sin previamente reducir las demandas.

De hecho, los planes mantienen presupuestos superiores a los 300 millones de euros para nuevos regadíos en el Duero o cercanos a los 1.000 en el Ebro. A ello debe sumarse una política de modernización de regadíos, solo en el Ebro, de cerca de 190.000 hectáreas, que no se ajusta a los objetivos de la DMA, y que incidirá en una mayor presión por extracción sobre las masas de agua.

Espacios emblemáticos: falta de ambición

La degradación de los humedales emblemáticos, Doñana, Mar Menor, Tablas de Daimiel, delta del Ebro o la albufera de Valencia, sigue sin corregirse, pese a la urgencia y gravedad de su situación. No aportan suficiente agua mediante la Planificación Hidrológica, que es la piedra angular de la política de conservación de estos grandes ecosistemas. La falta de planes de actuación para las masas subterráneas en riesgo de los acuíferos que alimentan a varios de ellos impide activar medidas de Estado urgentes para salvarlos.

De un lado, Doñana languidece por la sobreexplotación y buena parte de las inversiones “estrella” se destina a traer agua de fuera sin controlar previamente el exceso de extracción. De otro, el delta del Ebro, con su posible desaparición, sigue sin ver la activación inmediata del aporte de sedimentos. Los objetivos insuficientes de calidad y cantidad de agua para la albufera de Valencia impedirán llegar a 2027. Y las autoridades regionales no admiten medidas que propicien cambios en las políticas agrarias del entorno del Mar Menor y Daimiel causantes de los problemas, ni siquiera se discuten o cuestionan de cara a los recursos menguantes existentes.

Planes Hidrológicos cerrados en falso

Ha terminado el periodo de información pública de los Planes Hidrológicos sin que se hayan cerrado los compromisos con la UE, a través de cambios normativos adecuados.

Entre ellos, la coordinación de los borradores de los reglamentos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación contra el exceso de contaminación agraria por nitratos, o contra la expansión de las macrogranjas, y por la que España está imputada ante el Tribunal de Justicia de la UE, la incorporación de las recomendaciones del Tribunal de Cuentas de la UE sobre el impacto del regadío o la Estrategia de Transición Hidrológica que exige la Ley de Cambio Climático. Tampoco se ha establecido la adecuada gobernanza ante las medidas de la PAC dirigidas a la intensificación o expansión del regadío.

España sigue tratando de mantener una política de aguas expansiva en el consumo, que tiene como consecuencia el grave deterioro de los ecosistemas acuáticos, sin replantear por completo el modelo económico, especialmente el agrario.

Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF España solicitan que las inversiones de los planes hidrológicos se dirijan de forma mayoritaria a alcanzar los objetivos ambientales que exige la DMA para 2027, al tiempo que advierten que ya estamos en el tiempo de descuento.