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Las grandes petroleras europeas mienten al afirmar que están reduciendo sus emisiones altamente contaminantes  

  • Un nuevo informe de Greenpeace saca a la luz que las grandes petroleras europeas siguen invirtiendo mayoritariamente en combustibles fósiles pese a  que proyectan una falsa imagen de compromiso con la descarbonización y las energías renovables 
  • Sólo un 0,82% de la producción de energía de Repsol en 2022 fue de origen renovable y destinó el 82% de sus inversiones a su negocio de combustibles fósiles, algo incompatible con la sostenibilidad del planeta
  • España es especialmente sensible a los efectos del cambio climático, sin embargo, Repsol aumentó sus emisiones un 16% en nuestro país en 2022
  • Ninguna de las compañías del estudio posee una estrategia verosímil de reducción de emisiones a cero en 2050

Greenpeace expone el greenwashing de las grandes petroleras Europeas, incluida Repsol, en su nuevo Las Sucias Doce: el blanqueo en verde de 12 Petroleras Europeas. El informe revela  que, aunque la mayoría de estas compañías se han comprometido a alcanzar cero emisiones netas en 2050, lo que están haciendo en realidad es ocultar sus inversiones en energías sucias, escondiéndolas debajo de la alfombra de sus informes y disimulándolas con sus anuncios grandilocuentes. Estas empresas carecen de estrategias creíbles para cumplir sus promesas de producir energía limpia y sostenible y de alcanzar emisiones cero en 2050.

Estas prácticas se producen en un contexto de emergencia climática sin precedentes, con los años 2022 y 2023 acumulando récords de temperaturas y fenómenos climáticos extremos, como las olas de calor, los incendios forestales, sequías e inundaciones. Estos fenómenos ya están causando miles de muertes cada año y pérdidas de millones de euros a familias y explotaciones agrícolas. Todavía es necesario recalcar que la principal causa de esta exacerbación de los efectos del cambio climático son las emisiones producidas por los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), que suponen el principal negocio de las empresas incluidas en el estudio. A ello se suma la guerra en Ucrania y la desorbitada subida de los precios del petróleo y el gas, que han contribuido a un enorme incremento de los beneficios en 2022 de dichas compañías. Beneficios que, en vez de utilizarse para cambiar el rumbo de sus negocios hacia prácticas más sostenibles, han aumentado los dividendos de sus accionistas, y sus inversiones en combustibles fósiles.

Repsol líder de emisiones en España

España es un país donde los episodios de calor intenso, las sequías y los grandes incendios han hecho aún más patente que nunca que nuestro país se calienta a un ritmo más rápido que la media mundial a causa del cambio climático. En este contexto encontramos que Repsol volvió a ser en 2022, un año más, líder en emisiones en todo el Estado, con un aumento de las mismas de un 16% y un incremento de sus beneficios de un 70% en relación al año anterior.

A diferencia de lo que la compañía nos quiere hacer ver con su publicidad engañosa, estos beneficios no están contribuyendo a un cambio real de su negocio: sólo un 0,82% de su producción de energía en 2022 tuvo origen renovable. El restante 99,18% corresponde a la producción con petróleo y gas.

Además, aunque Repsol fue la primera de entre estas petroleras en anunciar en 2019 su compromiso de cero emisiones netas en 2050, hasta el 82% de sus inversiones en 2022 se destinaron a reforzar su negocio fósil tradicional. Repsol sigue orientada al crecimiento de su modelo de negocio (gas y petróleo). Su inversión en proyectos de extracción y refino de combustibles fósiles rebasa con creces los muy modestos resultados positivos obtenidos con sus inversiones en soluciones con bajas emisiones de carbono. Si, además, sus supuestas soluciones (como los biocombustibles) son en realidad una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero, la ruta hacia la descarbonización de Repsol carece de verosimilitud alguna.

En un momento en el que la petrolera ha llenado la caja y cobrado músculo financiero, toma decisiones de inversión multimillonarias (3.000 millones de euros) extremadamente equivocadas que suponen una irresponsable vuelta de tuerca al aumento de emisiones y al desastre climático. Esta incoherencia se hace patente también en la falta de una estrategia creíble en sus planes para los próximos años.

Pedro Zorrilla, portavoz de la Campaña de Combustibles Fósiles y Cambio Climático de Greenpeace afirma que “Los beneficios milmillonarios de las petroleras no pueden seguir traduciéndose en más crisis climática, en daños a la salud y al bolsillo de las personas. Estas empresas siguen intentando engañar con promesas falsas de descarbonización, cuando la realidad muestra que no están cambiando el modelo de negocio. Frente a tanta irresponsabilidad, es necesario que los Gobiernos dejen de subsidiar a estas empresas y promuevan una regulación firme para reducir a más de la mitad las emisiones en 2030 y llegar a una descarbonización total en 2040″.

Europa, lejos de la descarbonización

En el conjunto de las compañías europeas analizadas por el informe, sólo un 0,3% de la producción de energía fue electricidad de origen renovable. Además sólo el 7,3% de sus inversiones (6.570 millones de euros) pueden considerarse realmente bajas en carbono (incluyendo energías como la solar, eólica, geotérmica hidráulica, el hidrógeno verde y otros gases verdes), mientras el 92,7% de las inversiones (81.520 millones de euros) siguen centrándose en extraer más petróleo y gas fósil y nos anclan dramáticamente a un futuro de mayor emergencia climática y riesgos financieros.

El informe también muestra claramente que estas empresas priorizan soluciones falsas, que no rebajan realmente el uso de combustibles fósiles, como los mal llamados biocombustibles (que incrementan la deforestación), el almacenamiento y captura de carbono o la compensación de emisiones de carbono. Esta solución no es tal, pues con ella se continúa e incluso se incrementa el ritmo de producción de petróleo y gas hasta 2030 y lo prolonga hasta al menos 2050.

La regulación de la industria fósil, clave en la lucha contra la emergencia climática

Como este informe demuestra, las empresas de petróleo y gas mienten, y por sí mismas no van querer cambiar su modelo de negocio para dejar de contaminar nuestro planeta. Por todas estas razones, Greenpeace pide a los Gobiernos europeos que regulen estrictamente la industria de los combustibles fósiles. Esta regulación debe incluir la inversión obligatoria de estas empresas en infraestructuras genuinamente verdes, un plan para evitar inversiones en “activos varados” (infraestructura “inservible” bajo el régimen del Acuerdo de París), el pago de impuestos permanentes por beneficios caídos del cielo, la prohibición de toda publicidad y del greenwashing, así como reglas más estrictas de reporte y diligencia debida de cualquier vulneración de derechos humanos en terceros países.

Los Gobiernos deben también acordar una hoja de ruta detallada para eliminar progresivamente el petróleo, el gas y el carbón en toda Europa, empezando por medidas para desplazar su uso en sectores muy contaminantes como el transporte (que representa dos tercios del consumo de petróleo en la UE). Por último, les pedimos que exijan responsabilidades a las empresas de combustibles fósiles para que paguen por sus crímenes contra las personas y la naturaleza que llevan realizando desde hace décadas.

Pedro Zorrilla Miras | Greenpeace

Las amenazas de Shell a Greenpeace no impiden que la organización envíe más activista a unirse a la protesta en la plataforma

El pasado martes 31 de enero, cuatro activistas de Greenpeace International subieron de forma pacífica a un barco contratado por Shell para transportar su plataforma en altamar, al norte de la costa canaria 

Los cuatro activistas, a los que Shell ha enviado una orden judicial en la que amenaza con multas y hasta dos años de cárcel, continúan a bordo de la plataforma (alimentándose con víveres que llevaban encima en el momento de la acción)

La multinacional Shell ha intentado silenciar la última acción pacífica de Greenpeace en su plataforma de petróleo y gas, que viaja a bordo de un barco, donde todavía permanecían cuatro activistas, al enviar a la organización una orden judicial a última hora del viernes (3 de febrero), en la que la amenazaba con hasta dos años de cárcel y multas [1].

Hoy las tácticas legales de mano dura de Shell han fracasado: Greenpeace ha intensificado su protesta con dos activistas más que, a bordo de otros barcos no afectados por la orden judicial, han logrado subirse al buque contratado por la multinacional. Se suman así a los cuatro activistas que llevan en la plataforma de petróleo y gas de la compañía desde el pasado martes.

La organización medioambiental exige que la compañía deje de expandir la producción de petróleo y gas en todo el mundo, que asuma su responsabilidad en la crisis climática y que pague por la destrucción que está provocando.

Alrededor de las 9 a.m. [CET] en el Canal, el trimarán Mérida fletado por Greenpeace y otros dos botes se han acercado hasta el buque de carga pesada White Marlin contratado por Shell para transportar su plataforma de petróleo y gas de 34.000 toneladas hacia el Mar del Norte.

Las imágenes muestran un barco-escolta que permanece cerca de los activistas. Este barco es propiedad de Boskalis, la empresa que Shell ha contratado para el transporte de la plataforma petrolera.

Dos escaladores de Greenpeace International (Pascal Havez, de Francia, y Silja Zimmermann, de Alemania) han usado cuerdas para acceder al barco contratado por Shell desde el Suzy Q, un pequeño bote propiedad de la organización medioambiental.

Se han unido así a los otros cuatro activistas a bordo de la plataforma (Carlos Marcelo Bariggi Amara, de Argentina; Yakup Çetinkaya, de Turquía; Imogen Michel, del Reino Unido, y Usnea Granger de EEUU).

Otros tres activistas (Nonhle Mbuthuma, de Sudáfrica; Hussein Ali Ghandour, del Líbano, y Noa Helffer, de Italia) se sumaron a la protesta desde el Mérida, dando testimonio y enarbolando pancartas con el mismo mensaje de la acción del pasado 31 de enero: “Dejad de perforar. Pagad los daños”.

Todo esto ocurre cuatro días después de que Shell anunciara ganancias récord de 39.900 millones de dólares (36.000 millones de euros).

Testimonios desde el barco

Hussein Ali Ghandour, de Líbano, ha señalado desde el Mérida: “Procedo de una de las regiones más secas del mundo, que se está calentando dos veces más rápido que la media mundial. En todo el Medio Oriente y Norte de África, las sequías, los incendios forestales, las inundaciones repentinas y otros desastres climáticos ahora son parte de nuestras realidades diarias, lo que agrava nuestros problemas sociales y económicos. Son los grandes contaminadores como Shell los que han de cargar con las responsabilidades históricas de estos daños. El reloj de la justicia climática está en marcha y los contaminadores deben dejar de desarrollar nuevos proyectos de combustibles fósiles y pagar por las décadas de devastación que han causado en todo el mundo”.

La escaladora alemana Silja Zimmermann también ha declarado que “no dejaremos que Shell nos silencie. El mundo necesita saber que Shell tiene planes para seguir calentando aún más el planeta, aumentando la devastación climática sin pagar un euro para reconstruir la destrucción que ya estamos viviendo: tenemos veranos cada vez más sofocantes, la falta de lluvia está destruyendo los bosques y afectando a los agricultores, y con las elevadas facturas de energía, cada vez es más difícil llevar comida a la mesa. Comunidades enteras están expuestas al auge y caída de los volátiles mercados de petróleo y gas. Y en Alemania, por ejemplo, las inundaciones en 2021 mataron a 180 personas, con unos costes de reconstrucción de 30.000 millones de euros. Ya vale, ya es suficiente. Shell debe dejar de perforar y empezar a pagar”.

Noa Helffer, de Italia, también desde el Mérida, ha recalcado que “sabemos que la crisis climática está golpeando más fuerte a los países que tienen menos culpa y en Europa nos solidarizamos. Al crecer en Italia, a veces viví inundaciones que llegaban hasta la cintura y, por el contrario, ha habido momentos en los que no llovía durante meses y los agricultores solo obtenían cultivos secos. Las ganancias de Shell son nuestra pérdida. Es hora de hacer pagar a los que contaminan”.