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Excepcionalmente débil el primer borrador del texto de Glasgow

El primer borrador de texto de la declaración final de Glasgow no contiene ninguna mención a la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, en contra de las indicaciones de los expertos 

El primer borrador del texto de decisión final de Glasgow en la COP26 no menciona en absoluto los combustibles fósiles, a pesar del consenso de los expertos sobre la necesidad de acabar con el carbón, el petróleo y el gas de forma inmediata para cumplir los objetivos del Acuerdo de París de 1,5ºC.

Gracias al bloqueo por parte de los países con intereses en los combustibles fósiles, la primera versión del texto oficial, publicada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, no reconoce que los combustibles fósiles son los causantes de la crisis climática, ni se compromete a adoptar medidas tangibles para acabar con la dependencia mundial del carbón, el petróleo y el gas. El texto sólo tiene 850 palabras.

Los activistas están muy preocupados porque, normalmente, el primer borrador de un texto de la COP es relativamente ambicioso, y se va debilitando a lo largo de la segunda semana, a medida que los países van introduciendo salvedades. Que el primer borrador sea tan débil no augura nada bueno.

Esta flagrante omisión se produce a pesar de que los expertos de la Agencia Internacional de la Energía han dejado claro que no puede haber nuevos proyectos de combustibles fósiles, más allá de los que ya están en marcha este año, si queremos cumplir el objetivo de mantener el aumento de la temperatura global en 1,5ºC. Además, tras el último informe del IPCC, el Secretario General de la ONU ha declarado que los últimos datos científicos sobre el clima deben suponer un “toque de difuntos para los combustibles fósiles” y que los países deben poner fin a toda nueva exploración y producción de combustibles fósiles.

Los activistas piden a los negociadores que se enfrenten a los países productores de combustibles fósiles, como Arabia Saudí y Australia, que han impedido que la reducción de los combustibles fósiles se mencione siquiera en los últimos 25 textos de la COP y están paralizando la ambición en las negociaciones de Glasgow.

Los principales indicadores de éxito para la semana que viene son los siguientes:

  • Las conversaciones de Glasgow deben limitar el aumento de la temperatura global a 1,5ºC, o los líderes estarán firmando una esquela para muchos países, no un pacto climático.
  • El texto del acuerdo debe comprometerse a la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, o no alcanzará el objetivo de 1,5ºC.
  • Conseguirlo significa: sin trampas, sin lagunas, sin estafas de compensación y sin engaños ecológicos.
  • Los gobiernos deben aislar a Arabia Saudí, Australia y Brasil, máximos responsables de este bloqueo, y apoyar a los países vulnerables al clima.

Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace Internacional, ha estado en todas las COP y, cada vez que se han mencionado los combustibles fósiles, las conversaciones han sido bloqueadas por los mismos países: “Lo que es muy preocupante aquí en Glasgow es que el primer borrador del texto del pacto climático es ya excepcionalmente débil. Por lo general, el texto comienza con cierta ambición, que luego se diluye. Para mantener vivo el 1,5ºC, hay que añadir cuatro palabras: ‘eliminar los combustibles fósiles’, y los países deben volver el año que viene para cerrar la brecha”.

Los negociadores de la COP26 sólo tienen cinco días más para alcanzar un acuerdo que sirva de base para que los países afronten la crisis climática y tratarán de concretar un texto final para que los países lo firmen.

En el ecuador de las conversaciones, los países han anunciado hasta ahora una serie de acuerdos voluntarios que contienen un lenguaje vago y grandes lagunas.

La semana pasada, el Grupo de Trabajo para la Ampliación de los Mercados Voluntarios de Carbono, presentado por el Enviado Especial de la ONU para la Acción Climática y la Financiación, y ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, fue ampliamente criticado como una operación de lavado verde, incluso por Greta Thunberg. El miércoles, los activistas de Greenpeace organizaron una protesta para interrumpir el acto de presentación y garantizar que el Grupo de Trabajo no siga adelante sin control.

Durante el fin de semana, Arabia Saudí fue objeto de críticas por intentar bloquear cualquier intento de redacción de borrador, por eliminar referencias y por intentar también obstruir los esfuerzos para lograr avances en materia de adaptación. La adaptación, un pilar clave del Acuerdo de París, es el esfuerzo por ayudar a millones de personas en todo el mundo a hacer frente a los impactos del aumento de las temperaturas. La falta de avances en materia de adaptación dificultaría que los países vulnerables, incluido el bloque de naciones africanas, se adhirieran a cualquier acuerdo final, lo que haría menos probable el éxito en la COP26.

Y el Gobierno saudí ya ha intentado influir en la redacción de un informe histórico de la ONU sobre el clima, que se publicará en marzo del año que viene. La BBC y Unearthed revelaron que representantes del Ministerio de Petróleo saudí presionaron a los autores del Sexto Informe de Evaluación del IPCC sobre la mitigación para que eliminaran una referencia a la literatura publicada que afirmaba que era necesario eliminar los combustibles fósiles si queríamos evitar los peores efectos del cambio climático. Arabia Saudí es uno de los mayores exportadores de petróleo del mundo.

Hoy Global Witness ha revelado que en la COP26 hay más delegados asociados a la industria de los combustibles fósiles que de cualquier otro país. Los activistas de los combustibles fósiles superan en número a los miembros indígenas oficiales de la CMNUCC en una proporción de casi dos a uno.

Dado que las dos próximas conferencias se celebrarán en Egipto y luego en los Emiratos Árabes Unidos, los activistas temen que sea la hora de la verdad para conseguir que el texto de la COP se comprometa a la eliminación de los combustibles fósiles.

La creciente emergencia climática está abocando a nuestro planeta a las llamas

ARTÍCULO DE OPINIÓN de WWF con motivo del día de la naturaleza en la COP26, que se celebra mañana 6 de noviembre 

El cambio climático está modificando la forma en la que arde el territorio a escala global. La combinación de olas de calor prolongadas, sequías acumuladas y baja humedad, unida a una vegetación muy seca y bosques decaídos, está generando incendios excepcionales en zonas libres de incendios hasta ahora, como la región ártica. Además, eventos extremos y de una virulencia nunca antes vista están sucediendo cada vez con más frecuencia, en el arco mediterráneo, Europa central, Australia, Chile, California, Indonesia o la Amazonia. A escala mundial, la cifra de muertes por incendios se ha incrementado un 276 % en los últimos años. También se han alargado los periodos de riesgo a nivel global.

El origen de todos estos fuegos responde a distintas causas y motivaciones pero, independientemente del origen del fuego, estos incendios tienen algo en común: el cambio climático intensificó las condiciones de su propagación hasta que derivaron en episodios muy peligrosos e incontrolables. La creciente emergencia climática está abocando a nuestro planeta a las llamas. Estos terribles incendios son la imagen del futuro de los siniestros que nos esperan en muchas zonas del planeta. 

Consecuencias de los incendios sobre el clima

Los incendios tienen repercusiones sobre el clima a distintas escalas: en primer lugar, con la liberación directa de dióxido de carbono, principal causante del calentamiento global. En la actualidad, las emisiones brutas de carbono debidas a los incendios forestales equivalen al 25% de las emisiones globales anuales de los combustibles fósiles. Las emisiones debidas a los incendios en 2019 supusieron un repunte a nivel global. En total se liberaron 7.800 millones de toneladas de CO2, el equivalente a unas 25 veces las emisiones totales de España en un año. 

En segundo lugar, el carbón negro u hollín se deposita en el hielo del Ártico y evita que se refleje el calor del sol. En el Ártico, el derretimiento del permafrost emite millones de toneladas de metano, un gas de efecto invernadero 25 veces más potente que el CO2. La última consecuencia sería la destrucción de los bosques y de su potencial de absorción de CO2. Algunos estudios aseguran que, de continuar la actual tendencia de deforestación, para el año 2050 la Amazonía podría dejar de actuar como sumidero de carbono para convertirse en uno de los mayores emisores. 

En España, incendios vinculados al cambio climático: ‘superincendios’

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico publicaba hace apenas una semana el balance de la campaña de incendios de este verano en España. En él, se intuía cierto triunfalismo por la reducción del 25% del número de siniestros respecto a la media del último decenio, lo que convertiría al 2021, según el ministerio, en el tercer mejor año de la última década tras 2020 y 2018. Si bien este factor es positivo, el análisis obvia otros aspectos que nos dan a entender que claramente aún estamos lejos de gestionar bien los incendios forestales en nuestro país y que estos constituyen un riesgo creciente de orden público. Este análisis no menciona que la proporción de GIF (grandes incendios forestales) respecto al total de siniestros no ha parado de crecer en los últimos años y que, concretamente este verano, se ha incrementado en un 44 % respecto a la media del decenio. 

La virulencia de algunos de estos grandes incendios ha hecho que, en realidad, la campaña de 2021 haya sido una de las más destructivas de los últimos veinte años. Y que, aún con un 25 % menos de siniestros, se haya quemado un 5 % más de superficie. Además, dos de los GIF, el de Sierra Bermeja y el de Navalacruz, fueron extremadamente peligrosos. En el de Sierra Bermeja, que tristemente se cobró la vida de un bombero forestal, se formaron unas longitudes de llama de más de 30 metros de altura y la radiación podía sentirse a más de 200 metros de distancia. Incendios, que obligaron al desalojo de miles de personas y que, muy posiblemente, estuvieron vinculados al cambio climático.  

La región mediterránea es una de las zonas con mayor riesgo a nivel mundial. Junto a estas condiciones meteorológicas especialmente adversas, la alta siniestralidad e intencionalidad, el despoblamiento rural, el abandono de usos tradicionales, la escasa gestión forestal y la ausencia de políticas que gestionen coherentemente el territorio son el cóctel perfecto para que se registren incendios de alta intensidad, simultáneos e imposibles de apagar.

Si realmente aspiramos a hacer frente a los impactos de los incendios forestales, necesitamos de nuestros dirigentes políticos más reflexión, más actitud crítica y más ambición. No es suficiente con reducir el número de incendios. La actual emergencia climática pone de manifiesto la necesidad de transformar el territorio e invertir en paisajes resilientes. Hay solución 

Los expertos predicen que si no actuamos lo peor está por llegar y en los próximos años asistiremos a un número creciente de incendios y más severos. Por ello desde WWF pedimos a nuestros dirigentes políticos: 

En España: 

Políticas de prevención que pongan la gestión del territorio en primer plano, para lograr paisajes resilientes, menos inflamables, que conjuguen la recuperación de un tejido productivo con la prevención de incendios, la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Para ello es fundamental la revitalización económica de las zonas rurales, que ponga en valor la silvicultura, la agricultura y ganadería extensivas, la trashumancia, y la lucha contra el despoblamiento, siempre bajo el prisma de la sostenibilidad. Ver informe de WWF Paisajes cortafuegos 

A nivel global: 

Políticas más ambiciosas para poner freno al calentamiento global y evitar una subida de temperatura global superior a 1,5°C. Para ello hay que acelerar la transición energética hacia una economía descarbonizada con medidas urgentes para conseguir una energía 100% renovable y un transporte y una alimentación sostenibles. Los líderes mundiales tienen la responsabilidad de abordar la crisis climática en la COP26, la 26ª Cumbre del Clima de la ONU y comprometerse, entre otros, a detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra para 2030.