La rotura de la presa del Proyecto Riotinto podría provocar un vertido tóxico 10 veces superior a la catástrofe de Aznalcóllar de 1998

· Ecologistas en Acción denuncia que la mala gestión de la presa por parte de Atalaya Mining está acelerando su deterioro e inseguridad y exige a la Junta de Andalucía que no mire para otro lado.

· Zonas pobladas de Gibraleón y Huelva podrían ser inundadas por una onda de vertido tóxico de hasta 5 metros, no descartándose la pérdida de vidas humanas.

Ecologistas en Accion advierte que la presa de lodos del Proyecto Riotinto ya rebosó con las pasadas lluvias del mes de abril. En caso de rotura podría verter un volumen conjunto de agua contaminada y lodos de 66,28 millones de m3, según los cálculos realizados en octubre de 2014 por la empresa AYESA para la minera Emed Tartessus, actualmente Atalaya Mining. Esto supondría más de 10 veces la cantidad de lodos tóxicos que vertió la balsa de Boliden en Aznalcóllar hace 20 años, que supuso en grave riesgo el Parque Nacional de Doñana.

La presa del Proyecto Riotinto, en el momento de la paralización de la actividad minera en 2001, ocupaba 530 hectáreas y contenía 340 millones de toneladas de residuos. Está formada por tres secciones dispuestas en cascada, denominadas Gossan (ya colmatada), Cobre (iniciada en 1970 y recrecida en 2016) y Aguzadera (iniciada en 1987 y recrecida en 2016).

La rotura de una de estas tres secciones podría provocar una rotura en cadena de todas. En cualquier caso, los lodos caerían desde alturas de entre 46 y 64 metros (según el punto de rotura), al arroyo Rejoncillo y/o al barranco de la Aguzadera, y en poco más de 30 minutos llegarían el río Odiel.

El estudio de rotura de 2014 sólo prevé roturas, por separado, de la sección de Cobre o de Aguzadera. Sin embargo, la mala gestión actual realizada por Atalaya Mining está provocando una situación de alto riesgo en la sección de Aguzadera, cuya rotura podría arrastrar por succión a los lodos de Cobre.

El contenido de estas secciones incluye -además de residuos mineros- otros residuos muy tóxicos procedentes del polo químico de Huelva, que fueron depositados ilegalmente durante la pasada década de los 90, del mismo modo que estos residuos químicos aparecieron en el vertido de Aznalcóllar el 25 de abril de 1998.

Ecologistas en Acción denuncia malas prácticas de Atalaya Mining en la gestión de la presa, que están acelerando el deterioro y la inseguridad de la misma. No están respetando la distancia de seguridad de 50 metros de playas entre el agua y los muros de contención, lo que indica que han sobrepasado con creces la capacidad permitida, y el agua está erosionando esos muros muy peligrosamente.

Esto se debe a que Atalaya Mining no está espesando los lodos antes de verterlos a la presa, incumpliendo la obligación establecida en la autorización ambiental de marzo de 2014 y en la autorización de reinicio de la actividad minera de enero de 2015. Ambas obligan a reducir por debajo del 50% el contenido de agua en los lodos.

Para ahorrar costes, Atalaya Mining ni siquiera han construido la planta de espesado de lodos y los está vertiendo a la presa con un contenido líquido del 70%.  También ha modificado el sistema de vertido de lodos en la presa, reduciendo costes en detrimento de la seguridad.

El sistema usado de ‘spigotting’ hace que esos lodos, demasiado líquidos, caigan muy cerca de los muros de contención, que además han sido recrecidos con técnicas y materiales similares a los que se usaron en la maltrecha balsa de Aznalcóllar. Se infringe así el sistema físico de vertido mediante ‘ciclonado de arenas’, que garantizaba una mayor consistencia de los recrecimientos.

Ecologistas en Acción denuncia también las actuaciones de la Junta de Andalucía en relación a estos hechos y pide a la misma que no mire para otro lado. La Junta de Andalucía conoce y permite los incumplimientos de Atalaya Mining. En abril de 2016, la autoridad minera de Huelva acordó la paralización de la actividad de vertido de lodos, por incumplimiento de las condiciones de espesado, pero en apenas tres semanas la Dirección General de Minas levantó esa paralización, permitiendo durante los últimos dos años el vertido de lodos líquidos, y haciéndose con ello corresponsable de las futuras consecuencias catastróficas que pudieran suceder.

Isodoro Albarreal

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