Greenpeace denuncia que las balsas mineras de Riotinto podrían provocar un desastre diez veces mayor que el de Aznalcóllar

El próximo 25 de abril se cumplirán 25 años de la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar, Sevilla (1). Greenpeace publica un informe que repasa uno de los peores desastres medioambientales de la historia en España y denuncia la alta probabilidad de que un incidente similar pueda ocurrir en las balsas de Minas de Riotinto, en Huelva. Además, la organización ecologista ha documentado ambas zonas, incluidas las filtraciones en las balsas de lodos mineros de Riotinto, que gestiona la empresa Atalaya Mining.

El próximo 25 de abril se cumplirán 25 años de la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar, Sevilla (1). Greenpeace publica un informe que repasa uno de los peores desastres medioambientales de la historia en España y denuncia la alta probabilidad de que un incidente similar pueda ocurrir en las balsas de Minas de Riotinto, en Huelva. Además, la organización ecologista ha documentado ambas zonas, incluidas las filtraciones en las balsas de lodos mineros de Riotinto, que gestiona la empresa Atalaya Mining.

Con motivo del aniversario, además, Greenpeace y Ecologistas en Acción publicarán un comunicado conjunto y un vídeo especial el próximo lunes 24 de abril.

En Aznalcóllar, la empresa multinacional sueca que gestionaba la mina, Boliden, confirmaba la seguridad de la balsa donde, sólo cinco días después, se producía la rotura, se trataba del dique Este de la balsa de la mina de los Frailes. La brecha, de 50 metros de longitud por 30 de altura, permitió el vertido de más de seis millones de metros cúbicos de lodos y aguas tóxicas al río Guadiamar poniendo en peligro el ecosistema de Doñana y desestabilizando el desarrollo de la economía agrícola y pesquera de la vega del Guadiamar y del estuario del Guadalquivir.

En total, 80 kilómetros de cauces afectados, 4.600 hectáreas de diez municipios envenenadas, caladeros de pesca cerrados por contaminación de cadmio, zinc, cobre y arsénico, siete millones metros cúbicos de lodos retirados, más de 30 toneladas de animales muertos, acuíferos altamente contaminados, récord mundial de concentración de metales pesados en aves acuáticas, unas 5.000 personas perdieron sus empleos, 46.200 habitantes se vieron afectados y las pérdidas económicas alcanzaron casi los 11 millones de euros.

25 años después, no parece que se hayan aprendido las consecuencias de la mala gestión de las balsas mineras. A día de hoy, las balsas de las minas de Riotinto, los mayores depósitos de estériles mineros de España, se encuentran rodeadas de irregularidades que podrían ocasionar un desastre diez veces superior al de Aznalcóllar.

El denominador común es la actuación negligente de las administraciones, especialmente en este caso, de la Junta de Andalucía, que por acción u omisión, consintió en Aznalcóllar y permite ahora en Riotinto irregularidades que provocan este tipo de accidentes que dejan secuelas durante décadas. La de Aznalcóllar fue una catástrofe anunciada, con múltiples denuncias previas de los grupos ecologistas locales y técnicos de la propia empresa minera, Boliden Apirsa, pero tanto la empresa como las administraciones y la justicia ignoraron o archivaron todas las denuncias.

Dos décadas y media después del vertido, el laberinto judicial del caso sigue a la espera de un juicio que obligue a los responsables a asumir el coste de la catástrofe. Boliden, una multinacional sueca, sigue eludiendo pagar a las administraciones central y autonómica los 133 millones de euros reclamados. Hay pendientes dos resoluciones judiciales (2).

El desastre de Aznalcóllar podría quedar empequeñecido si, como alertan los expertos (3) y el propio Instituto Geológico y Minero de España, las balsas de estériles mineros de Riotinto en Huelva (Gossan, Cobre y Aguzadera) colapsaran. La empresa Atalaya Mining, con el visto bueno de la Junta de Andalucía, pretende efectuar un nuevo recrecimiento de las presas de residuos mineros (hasta una cota de 417 metros sobre el nivel del mar) creando los mayores depósitos de estériles mineros de nuestro país. Justo la semana pasada salió la resolución de la autorización ambiental para el recrecimiento de la balsa.

Gossan, Cobre y Aguzadera, son un único conjunto que ocupa 595 hectáreas, con hasta 100 metros de profundidad y que acumulan unos 240 millones de toneladas de lodos tóxicos. Con la pretendida ampliación por parte de la empresa, alcanzarían los 400 millones de toneladas. Es decir, 30 veces el volumen de tóxicos vertidos en el desastre de Aznalcóllar.

La situación de riesgo de rotura de las balsas es más que una posibilidad debido a la práctica de la compañía minera Atalaya de no espesar previamente los lodos que se vierten en las balsas, lo que acelera la posibilidad de que los muros de las presas se fracturen. Y ello a pesar de que existe una resolución que obliga a la compañía a espesar los lodos de forma obligatoria y cuyo incumplimiento puede dar lugar a la revocación del permiso.

Greenpeace ha documentado numerosas filtraciones en las balsas de lodos mineros de Riotinto, alguna de ellas con conocimiento de la empresa Atalaya Mining, donde advierte con carteles del peligro tóxico de la zona. Dado el riesgo que suponen estas filtraciones para la seguridad de las propias balsas, resulta imprescindible hacer un inventario y seguimiento de las mismas.

Además, los muros de la balsa han sido recrecidos con técnicas y materiales similares a los que se usaron en la maltrecha balsa de Aznalcóllar hace 25 años, porque Atalaya también ha modificado sin supuesta autorización (4) el sistema físico de vertido que garantizaba una mayor consistencia de los recrecimientos.

“La Junta de Andalucía conoce, y lamentablemente permite, todos estos incumplimientos en Riotinto. Estamos ante una situación que calca los precedentes de la catástrofe de Aznalcóllar. Irregularidades, incumplimientos de las condiciones de explotación que ponen en riesgo la seguridad, denuncias de organizaciones ecologistas que son ignoradas… desespera saber lo que pasó hace 25 años y ver que puede llegar la siguiente catástrofe cualquier día”, ha declarado María José Caballero, portavoz de Greenpeace.

La rotura de estas balsas provocaría, según un informe de 2014 realizado por Ayesa la compañía que evaluó los riesgos de reabrir la mina, un vertido de lodos tóxicos (con un caudal máximo de 34.716 metros cúbicos por segundo) que recorrería 111 kilómetros hasta llegar al mar Atlántico. A su paso afectaría gravemente a tres municipios de la cuenca del río Odiel (Gibraleón, Palos de la Frontera y Punta Umbría), llegando incluso a alcanzar a dos barrios de la ciudad de Huelva (de 143.000 habitantes). Arrasaría la reserva de la biosfera de las Marismas del Odiel.

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