España supera el umbral sostenible de consumo de agua

La situación hídrica que enfrenta España es crítica por la escasez de agua, agravada por el cambio climático y diversas prácticas insostenibles. Por eso Greenpeace demanda una acción inmediata y coordinada para garantizar la preservación de este recurso vital para la vida de las personas y el resto de seres vivos. La falta de agua en cantidad y calidad es un reto al que la sociedad debería enfrentarse ya. España es, junto a Grecia, el país europeo con mayor estrés hídrico, esto se traduce en que la demanda de agua es superior a la disponible, y no para de aumentar. Además, el 75% del territorio estatal está en riesgo de desertificación.

Naciones Unidas ha elegido el lema “Agua para la paz” para el Día del Agua 2024, que se celebra este jueves 22. Y no es un lema baladí, porque la falta de agua podría llevarnos, en no mucho tiempo, a conflictos severos entre territorios, ya que es un recurso fundamental para la supervivencia.

Tenemos agua escasa, contaminada y mal gestionada:

La escasez de agua no sólo es causada por falta de precipitaciones sino, especialmente, por la mala gestión que se hace de ella. Y también debido a la contaminación, muy en particular por la generada por los nitratos de origen agrario. Actualmente en España casi 12 millones de personas sufren algún tipo de restricción en su uso. Amplias zonas de Andalucía, Cataluña, cuenca del Segura, cuenca del Júcar o Tenerife están en fase de emergencia por sequía y muchos pueblos, pese a tener agua, no la pueden consumir por estar contaminada por nitratos, en plena época invernal y después de haber llovido. Las últimas precipitaciones han posibilitado que las reservas de agua embalsada superen el 57%, pero no han sido suficientes para acabar con la sequía que algunas de las regiones afectadas llevan arrastrando desde hace 4 ó 5 años. Y la principal razón es que hemos superado el umbral sostenible de consumo de agua que tiene el país.

Aguas superficiales:

España vive en una burbuja del agua. Maneja cálculos de un agua “virtual” que no existe y que, con el cambio climático, nunca existirá. Esto está sirviendo para que algunos sectores vuelvan a demandar más embalses, trasvases o desaladoras. Lejos esto de ser una solución es un grave problema. España, con una capacidad de almacenamiento en superficie superior a los 56.000 hm3, es el país de Europa con mayor número de grandes embalses (más de 1.200), lo que ha tenido y tiene un elevado coste ambiental, social y económico. Son las infraestructuras que mayores impactos producen, ya que su construcción conlleva una total alteración de la red hídrica, destruyendo el ecosistema fluvial en todo su recorrido y dejando los cauces de los principales ríos y sus afluentes totalmente segmentados y artificializados. Además, desde el año 2012, el almacenamiento de agua en los embalses no ha dejado de disminuir y, desde hace más de una década, nunca se han llenado al 100% todos los embalses.

Aguas subterráneas:

Cada vez es mayor el peso que tienen las aguas subterráneas, especialmente en la agricultura y el abastecimiento humano, al tener menos agua en superficie. Pero lejos de preservarla, están siendo sobreexplotadas y gravemente contaminadas.

El 44% de las masas de agua subterránea en España se encuentra en mal estado, debido a la sobreexplotación, la contaminación o por ambas a la vez. Por todo ello, es imprescindible conocer de cuánta agua se dispone exactamente, cuánta se está utilizando realmente y, más aún, cuánta se está robando. No hay datos reales del número de pozos ilegales del país (Greenpeace estima que superan el millón), y todos los años se extrae, ilegalmente, el consumo equivalente a abastecer una población de 118 millones de personas. Por su parte, las previsiones del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) estiman que sólo se podría extraer de forma sostenible unos 35.000 hm3 de recursos, para no sobreexplotar las masas de agua subterránea.

Agricultura y ganadería:

Según el último informe de Greenpeace sobre la burbuja del regadío, España riega más de lo que puede mantener de forma sostenible. Sólo los regadíos legales superan ya los 3,9 millones de hectáreas. Según la organización ecologista, el 16,23 % de estos regadíos están en áreas ya tensionadas (con acuíferos en mal estado cuantitativo y/o cualitativo, con elevados niveles de nitratos, o en lugares donde ya se ha producido una evolución climática hacia condiciones más áridas), lo que supone casi 633.000 hectáreas. Por ello, se considera preferente la reducción de hectáreas en riego, priorizando el desmantelamiento de los regadíos ilegales, intensivos e industriales.

Estamos ante un viraje del modelo agropecuario hacia grandes explotaciones industrializadas, dirigidas por grandes corporaciones o fondos de inversión. Las personas que trabajan en el campo están sometidas a los intereses de las grandes superficies y cadenas de distribución, y ésta es una de las causas del actual malestar y las manifestaciones del sector. Ello pone en serio en riesgo de desaparición a la agricultura y ganadería tradicional de pequeña y mediana escala, que es la que realmente mantiene población rural y es sostenible.

“A pesar de las enormes inversiones públicas dirigidas al ahorro de agua, como por ejemplo la mal llamada modernización de regadíos o la reducción de fugas en conducciones, este supuesto ahorro se ha visto anulado por el crecimiento de más hectáreas en riego o de los usos lúdicos, algo que merma los recursos hídricos en un contexto, además, de menor precipitación”, explica Julio Barea, responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.

Contaminación:

El mal estado de las aguas debido a la contaminación en España es un hecho. Tanto es así que el Gobierno español lo califica como “uno de los principales problemas en las masas de agua de España”. Según datos oficiales, casi la mitad de las masas de agua está contaminada por nitratos, lo que provoca que cada vez más pueblos sufran cortes en el agua de consumo. Esta situación afecta muy en particular a las aguas subterráneas, las reservas estratégicas de agua para el presente y el futuro.

El último informe de seguimiento de la Directiva de Nitratos, que el Gobierno español envió, en diciembre de 2020, a la Comisión Europea concluía que en el período de 2016-2019 (último período analizado) la contaminación media de nitratos en aguas subterráneas se había incrementado un 51,5%, con comunidades donde el incremento fue muy superior a la media, como Galicia (201%), Castilla y León (103%) o la Región de Murcia (74%).

Esta misma situación fue confirmada reiteradamente por la Red Ciudadana de Vigilancia de Nitratos, una iniciativa impulsada por Greenpeace en 2021, que reveló ese mismo año que el 54 % de las mediciones en aguas subterráneas presentaban contaminación por nitratos, un dato que ascendió al 58 % en 2022.

Esta situación es tan alarmante que ha llevado al Tribunal de Justicia de la UE a condenar a España, este pasado 14 de marzo, por incumplimiento de la Directiva de Nitratos.

Sequías, inundaciones e incendios forestales:

Según el último informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente “Evaluación europea del riesgo climático”, Europa es el continente que se calienta más rápido del mundo, destacando la preocupación por los países más amenazados del sur, como España. Aumentan los aguaceros y otras precipitaciones extremas, creciendo las inundaciones catastróficas en varias regiones. Y por otro lado, disminuyen las precipitaciones generales, agravando las sequías.

Y no se puede ignorar la relación directa entre agua e incendios. La sequía determina el contenido de humedad de la vegetación, que es el factor más importante a la hora de valorar la probabilidad de incendio y la propagación. Años como 2012, 2017 ó 2022 fueron años históricamente secos, con dramáticos incendios forestales. Por tanto, 2024 puede ser un mal año en materia de incendios, ya que la sequía marca los incendios:

Aumenta la probabilidad de que ocurran incendios.

Si existen, aumenta la frecuencia e intensidad de los mismos, la propia dinámica del fuego, con repercusiones en la planificación de extinción de incendios.
Y en fases post incendio, las zonas quemadas sufren procesos erosivos en los que los suelos son cada vez menos productivos y con menos capacidad de retención de agua, dando como resultado avenidas, inundaciones, colmatación de embalses, perdiendo, además, capacidad de almacenaje de agua por aterramiento y contaminación de los recursos hídricos por cenizas.
Demandas de Greenpeace en el Día Mundial del Agua:

-Cambio Climático: La crisis climática se manifiesta de manera contundente en la disponibilidad de agua en España, con sequías e inundaciones. Hay que adoptar medidas efectivas contra el cambio climático, promoviendo la urgente transición total hacia fuentes de energía limpias y sostenibles.

-Gestión sostenible del agua: Hay que promover prácticas agrícolas respetuosas con el medioambiente. Greenpeace insta a las autoridades a implementar políticas que frenen la sobreexplotación y contaminación de los acuíferos y que fomenten el uso sostenible y eficiente del agua en la industria y el sector agrario.

-Conservación de los ecosistemas acuáticos: Mejorar la conservación de ríos, lagos y mares es esencial para garantizar la biodiversidad y mantener un equilibrio ecológico que beneficie tanto a la fauna y flora como a las comunidades que dependen de estos recursos.

-Políticas forestales: Mejorar la gestión forestal, teniendo en cuenta el cambio climático y sus efectos para reducir la vulnerabilidad de los montes a impactos como los grandes incendios forestales. Proteger los bosques es proteger el agua.

-Ciudadanía consciente: Greenpeace hace un llamamiento a la ciudadanía para adoptar prácticas diarias que reduzcan el consumo de agua, desde hábitos en el hogar hasta elecciones de consumo responsables en sus compras diarias (por ejemplo, priorizando productos locales, ecológicos y de temporada, que requieran menos agua en su producción y transporte)

-Cooperación internacional: La crisis hídrica es un desafío global y es imprescindible una colaboración entre naciones para compartir conocimientos, tecnologías y recursos hacia un futuro donde el agua sea un derecho fundamental para todas las personas.

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