Concentración este domingo en Madrid contra la granja de pulpos de Nueva Pescanova en Canarias.

AnimaNaturalis, Acción Océanos, Raíces & Brotes del Instituto Jane Goodall, Ecologistas en Acción y Greenpeace convocan una gran protesta contra la granja de pulpos que Nueva Pescanova proyecta construir en Las Palmas, y exigen al Congreso su paralización.

AnimaNaturalis, Acción Océanos, Raíces & Brotes del Instituto Jane Goodall, Ecologistas en Acción y Greenpeace convocan una gran protesta contra la granja de pulpos que Nueva Pescanova proyecta construir en Las Palmas, y exigen al Congreso su paralización.

Las asociaciones convocantes señalan que, a pesar de que la comunidad científica, ecologistas y defensores del bienestar animal han tratado de llamar la atención a las autoridades acerca de las nefastas consecuencias que tendría la granja de pulpos de Nueva Pescanova -la primera en el mundo en criar pulpos desde larva-, la respuesta gubernamental ha sido nula.

«No existen experiencias anteriores, pero la opinión científica es unánime: criar pulpos en una granja de estas características es cruel, atenta contra toda concepción de bienestar animal, profundiza problemáticas ambientales y hasta puede poner en peligro la calidad de vida de las personas», explica Cristina Ibáñez, coordinadora de AnimaNaturalis.

“Sabemos que toda campaña que lucha por evitar el sufrimiento de los animales se enfrenta a grandes intereses económicos y, en el caso de la granja de pulpos de Canarias, no podía ser diferente”, explica Ibáñez. “Somos parte de una gran iniciativa internacional para llamar la atención acerca de los abusos que están a punto de cometerse en esta explotación, y nuestra intención es informar a la población acerca de las consecuencias que esta granja conlleva”, agrega.

La comunidad científica internacional ha levantado la alarma acerca de la granja de pulpos proyectada en Las Palmas, porque podría tener consecuencias nefastas para el medio ambiente, la salud y el bienestar animal. Se han realizado varios reportes acerca de este tema, que se pueden descargar y leer desde la web de la campaña www.BanOctopusFarming.org.

“Los pulpos son asombrosamente inteligentes, capaces de resolver problemas complejos, a veces utilizando herramientas, y los científicos están estudiando ahora la relación entre sus cambios de color y las emociones. Cuando me enteré de que empresas españolas planean encerrar a estas criaturas sensibles y fascinantes en granjas de pulpos, me sentí profundamente angustiada. Estas granjas no podrán ofrecer las condiciones que los pulpos necesitan y merecen, e inevitablemente causarán un nivel de sufrimiento que ahora sabemos que es inaceptable. Espero que nos ayuden a evitar esta situación. Debemos actuar ahora”, explica la Dra. Jane Goodall. 

Nueva Pescanova se ha mostrado reacia a compartir detalles sobre sus planes para la instalación, pero a través de los planes presentados y los informes sabemos que la empresa pretende entrar en funcionamiento en 2023 y ha declarado una producción anual estimada de 3.000 toneladas de carne de pulpo. Teniendo en cuenta que el octopus vulgaris pesa hasta 9 kilogramos, eso significa el sacrificio de al menos 300.000 pulpos en cautividad cada año.

“El impacto ambiental de este tipo de explotaciones es altísimo, con contaminación por el uso de compuestos químicos como fertilizantes, alguicidas, antibióticos o desinfectantes. Estas consecuencias no afectan solo a la zona en la que se sitúa la granja, sino a muchas otras, incluso muy lejanas, comunicadas por las corrientes marinas”, explica Taïme Smit, representante de Acción Océanos. “Si lo que queremos es recuperar las poblaciones de pulpos en sus ecosistemas, existen otras maneras más éticas y sostenibles de hacerlo. Esta campaña es, por tanto, una llamada a la acción por parte de la población española y europea para prohibir a nivel europeo la cría de pulpos en granjas marinas, una práctica innecesariamente cruel y poco sostenible”, agrega.

Dado que mantener las condiciones ideales de crecimiento en mar abierto es casi imposible desde el punto de vista logístico, pretenden criar los pulpos en tanques en tierra. Aunque estos tanques resultan más cómodos para la industria, su funcionamiento requiere una gran cantidad de recursos, lo que plantea dudas sobre el uso de la energía y las emisiones.

«La cría en cautividad de pulpos no es la solución para la sobreexplotación de las poblaciones salvajes, como nos intenta hacer creer la industria. Los pulpos se alimentan de pescado y harina de pescado, por lo que se generaría una sobreexplotación de otros recursos pesqueros que contribuiría, además, a la degradación de los ecosistemas marinos. La verdadera solución es realizar una evaluación y gestión pesquera de las poblaciones de pulpo para que los stocks se recuperen”, concluye Smit.

Además, no está claro cómo se tratarán las grandes cantidades de agua antes de verterlas en los cursos de agua. Por último, no sabemos si pretenden aislar a los pulpos en tuberías individuales y restrictivas o hacinarlos en tanques comunes, pero en cualquiera de los casos hay serias dudas sobre cómo se garantizará el bienestar de las criaturas.

Los pulpos tienen un índice de conversión de alimentos de 3 a 1. Es decir, se necesitan 3 kg de comida para obtener 1 kg de carne de pulpo. Esto no es un uso justificable de los escasos recursos alimentarios del mundo. Por esta razón, la cría de pulpo se consideró incompatible con las Directrices Estratégicas de Acuicultura de la UE.

Las intensas condiciones de la granja aumentan la exposición de los pulpos a ciertas patologías, pero también abriría la posibilidad de transmisión a los humanos. Estudios anteriores han descubierto que los pulpos pueden padecer hasta 20 patologías diferentes, entre ellas el vibrio cholerae, causante de la enfermedad del cólera en los humanos.

La empresa española planea matarlos con hielo, colocándolos en recipientes de agua a -3°C, a pesar de que existen estudios que han demostrado que este método de sacrificio que utiliza lodo de hielo provoca una muerte lenta y estresante en peces.

Científicos de la LSE publicaron el informe La cría industrial de pulpos: una receta para el desastre (2021), en el que afirmaban estar «convencidos de que la cría de pulpos de alto bienestar es imposible». Por lo tanto, es probable que las necesidades de bienestar de estas notables criaturas no se satisfagan adecuadamente en las granjas y que sufran inmensamente como resultado.

Los pulpos no tienen esqueletos internos o externos que los protejan, y su piel es muy frágil y se daña fácilmente. En el entorno de una granja, los pulpos pueden resultar heridos, ya sea por el contacto físico de un manipulador o por interacciones agresivas con otros pulpos. Su tipo de movimiento -si están confinados en espacios pequeños- podría lesionarlos al chocar contra las paredes de los tanques. Existe un alto riesgo de dolor y sufrimiento por las lesiones que probablemente se produzcan.

Los pulpos son conocidos por su extraordinaria inteligencia y, como resultado de su tendencia a explorar, manipular y controlar su entorno, serían fácilmente susceptibles de aburrirse en cautividad. Es probable que las granjas de pulpos cuentan con entornos estériles y sin estímulos sensoriales. Además, como animales naturalmente solitarios, los pulpos no se adaptaría bien a las condiciones de hacinamiento que son típicas de los sistemas de granjas industriales.

Hace unos meses, el departamento de autocontrol de la empresa de publicidad callejera Oblicua ha negado a AnimaNaturalis la posibilidad de contratar anuncios para una campaña de información acerca de las consecuencias de la granja de pulpos de Las Palmas. La organización por la defensa de los animales AnimaNaturalis y Eurogroup for Animals jamás han sufrido este tipo de censura en ninguna otra campaña anterior.

La campaña de publicidad que las organizaciones por la defensa de los animales preparaba y que fue censurada por Oblicua se centraba en mencionar los aspectos más dudosos y conflictivos de la granja de pulpos de Nueva Pescanova como, por ejemplo, el deterioro medioambiental, el riesgo de enfermedades, la carencia de normativa de bienestar animal específica para cultivo de cefalópodos y otros aspectos importantes.

Cristina Ibáñez

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