Las emisiones actuales de CO2 determinarán el clima terrestre durante siglos.

Las emisiones de gases de efecto invernadero debidas a la actividad humana superan ya la cantidad que puede ser sustraída por los sumideros naturales, como los océanos, por lo que aunque no aumentasen, no se estabilizarían las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera, sino que seguirían aumentando.

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