Machos grandes y hembras pequeñas de avutarda muestran la misma actividad matinal aunque la dieta varíe con el sexo

La disponibilidad de comida, y no la gran diferencia de peso y volumen entre macho y hembra, es lo que determina el tamaño del área de alimentación matinal en la avutarda común

 Con 13 kilos, es una de las aves voladoras más pesadas del mundo

 Unas prácticas agrícolas favorables en las zonas cerealistas son vitales para la conservación de esta especie,  catalogada como “Vulnerable” y que tiene en España más de la mitad de la población mundial.

La avutarda común (Otis tarda) es la más voluminosa de las especies de la avifauna ibérica y una de las aves voladoras más pesadas que se conocen, de ahí su nombre (ave lenta, en levantar el vuelo, claro). Y es que no debe ser fácil elevar repentinamente hasta 13 kilos de peso, que es lo que puede alcanzar un gran macho adulto ibérico. Por eso se encuentra casi al límite de esta capacidad tan específica de las aves como es volar. Precisamente de la gran diferencia de tamaño entre machos y hembras versa el estudio sobre la avutarda recién publicado en la revista científica Ardeola, pero en este caso enfocado en la manera de alimentarse en ambos sexos: la avutarda también destaca por ser el ave con el dimorfismo sexual en tamaño más acusado: la hembra, mucho menos llamativa, es comparativamente más ligera pues pesa entre 3 y 5 kilos.

Los investigadores, un equipo de científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC encabezado por Luis Miguel Bautista, sabían que en muchas especies la movilidad suele ser proporcional al tamaño corporal. Partiendo de esa idea, era lógico que el área de alimentación fuese mayor en el sexo más grande, el macho, ya que sus necesidades energéticas son más elevadas. Para comprobar esta predicción se escogió una época, el invierno, y una zona cerealista de la Comunidad de Madrid, donde se hizo el seguimiento de grupos unisexuales formados por solo machos o solo hembras. En invierno las avutardas se reúnen en grandes bandos que pueden superar más de un centenar de ejemplares que se alimentan en las mismas zonas agrícolas

Distinto peso, igual movilidad para alimentarse

El objetivo, desvelar tres aspectos de su biología desconocidos hasta el momento: el patrón temporal de la alimentación en ambos bandos; la proporción de aves que se alimentan de manera activa, y el tamaño del área de forrajeo matutina de cada sexo. Para ello, los autores registraron el comportamiento y los movimientos de los bandos unisexuales de avutardas durante las mañanas invernales y muestrearon la disponibilidad de comida.

Observaron lo siguiente: la proporción de aves alimentándose activamente aumentó y después decreció durante la mañana en ambos sexos, siendo más baja en los machos que en las hembras y más acusada esta diferencia en donde la disponibilidad de leguminosas era menor. También comprobaron que los campos de leguminosas fueron el sustrato preferido de las avutardas, y que el área de alimentación era menor en los sitios con mayor disponibilidad de estos cultivos. A pesar de lo que se creía, no hubo diferencias entre sexos ni en el tamaño del área de forrajeo ni en la selección de los dos sustratos preferidos: leguminosas (veza, garbanzo, lenteja…) y barbechos (terrenos sin cultivar para regenerar el suelo).

“Tanto el área de alimentación como la proporción de aves forrajeando fue determinada durante la mañana más por factores ecológicos, como la disponibilidad de alimento, que por los requerimientos metabólicos derivados de las diferencias de tamaño”, explica Luis M. Bautista.

“Estos resultados –matiza el investigador– que hemos obtenido de un estudio a corto plazo no excluyen un efecto de dimorfismo sexual sobre la extensión del área de alimentación durante todo el día o periodos de tiempo más prolongados, pero sí muestran que el efecto del tamaño corporal en el comportamiento alimenticio podría ser más pequeño de lo que se predice sólo por la diferencia de tamaño entre sexos, lo cual resulta inesperado a la luz de todo lo que sabemos sobre el efecto del tamaño corporal en la movilidad de otras especies”.

El barbecho y las leguminosas

Aunque los autores no sacan conclusiones de los dos lugares preferidos para alimentarse (barbechos y campos de leguminosas) por no ser el objetivo del estudio, este dato denota la importancia que tiene la gestión agrícola de las áreas cerealistas para la conservación de las aves esteparias, como por ejemplo la avutarda. En este sentido, Inés Jordana, responsable del programa de Agricultura y Alimentación de SEO/BirdLife explica que “este estudio corrobora la necesidad de promover sistemas agrarios diversificados para favorecer a la biodiversidad y las especies protegidas ligadas a los campos de cultivo, y en particular remarca la importancia de unos usos que se han visto reducidos en los últimos tiempos, como el barbecho y las leguminosas, fundamentales también para la fertilidad del suelo”.

Este es uno de los aspectos que se incluyen en el trabajo que SEO/BirdLife realiza desde hace muchos años, por una PAC más sostenible que tenga en cuenta la importancia de la relación entre agricultura y biodiversidad, una relación que bien gestionada y apoyada genera beneficios para todas las partes. La última reforma de esta política introdujo elementos interesantes como el llamado “greening”, que de hecho fomenta los usos señalados en este estudio, pero es necesario seguir avanzando en una integración completa del concepto de sostenibilidad y multifuncionalidad, y en particular de los objetivos de conservación de la Red Natura 2000, que en países como España están enormemente vinculados con la gestión agraria.

Prensa SEO/BirdLife

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