Los científicos certifican la constante pérdida de biodiversidad en el planeta y alertan de sus riesgos

  • La Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), el equivalente al IPCC en materia de recursos naturales, ha publicado su nuevo informe, tras tres años de trabajo. Han intervenido 500 investigadores de 100 países.
  • Los autores de los efectos de la continua pérdida de riqueza natural en todo el planeta y muestran su preocupación por factores como el cambio climático o la agricultura insostenible, que tiene especial incidencia en Europa y Asia Central.
  • En el oeste de Europa, que incluye a España, el empobrecimiento de la naturaleza se observa en que la huella ecológica per cápita es tres puntos superior a la capacidad biológica de la zona para generar recursos.

La biodiversidad –la riqueza natural del planeta, esencial para cualquier forma de vida- sufre un continuado y serio declive en todas las regiones del mundo, reduciendo la capacidad de la naturaleza para contribuir al bienestar de la ciudadanía. Es la principal conclusión de los cuatro informes presentados hoy, viernes 23, por los miembros de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), organismo equivalente al IPCC en cuestiones relacionadas con los recursos naturales y que cuenta con el apoyo de la Naciones Unidas.

Los estudios han sido elaborados por 550 expertos de referencia de 100 países, entre ellos España,  y son el resultado de tres años de trabajo.  Aprobados hoy en la sexta sesión del plenario de la IPBES, que se celebra en Medellín (Colombia), alertan de que la progresiva pérdida de naturaleza en el mundo pone en riesgo la economía, los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria y la calidad de vida de la gente.

Los autores apuntan a una única conclusión: la necesidad de detener el declive y revertir los usos insostenibles de la naturaleza, que ponen en riesgo no solo el futuro sino también el presente.

Los informes evalúan la situación en cuatro regiones globales: las Américas, Asia-Pacífico, África y Europa y Asia Central. En esta última zona, los científicos señalan a la agricultura y silvicultura intensiva como elemento clave de la pérdida de biodiversidad. De hecho, calculan que el 25% del suelo agrícola en la Unión Europea está afectado por la erosión, un fenómeno que puede comprometer la producción de alimento, al unirse al descenso de materia orgánica en el suelo.

“La huella ecológica en el oeste de Europa, que incluye a España, es de 5,1 hectáreas per cápita. Teniendo en cuenta que la capacidad biológica de la región[1] es de tan solo 2,2 hectáreas per cápita,  el estudio explica que nuestra región del planeta depende de otros para importar recursos naturales.  Por tanto, el informe deja en evidencia la insostenibilidad del sistema y lo mucho que estamos perdiendo con el empobrecimiento de nuestro patrimonio natural. En un contexto así, en Europa se antoja aún más necesaria una Política Agraria Común que apuesta por la agroecología y defienda la naturaleza”, apunta el responsable de Energía y Cambio Climático de SEO/BirdLife, David Howell.

“El IPBES también se hace eco de las caídas poblacionales de aves en todo el planeta, analizando datos recogidos por voluntarios y programas de ciencia ciudadana como los de SEO/BirdLife. Su labor, altruista, rigurosa y comprometida, permite generar informes de tanto calado como este. Entre otras cuestiones, los autores hacen referencia a la alarmante caída de aves comunes ligadas a medios agrarios en países del oeste de Europa. Su abundancia se ha visto reducida en un 57% entre 1980 y 2013. España, como sabemos, no es una excepción”, añade la directora ejecutiva de la organización ambiental, Asunción Ruiz.

Los resultados del IPBES también muestran datos preocupantes en el mar –el 71% de las poblaciones de peces han descendido en la última década- y en los entornos terrestres: Europa occidental ha perdido el 51% de sus humedales y el 60% de sus anfibios, entre otros muchos declives.

América, África y Asia-Pacífico

En el continente americano, según los autores, el cambio climático será el factor de mayor impacto en la biodiversidad. De media, las poblaciones de especies han menguado un 31% desde los primeros asentamientos de los españoles en esta región del planeta. La caída podría llegar al 40% en 2050 como consecuencia del calentamiento global.

El IPBES llama la atención sobre la “extrema vulnerabilidad” de África frente al cambio climático. Para 2100, podría acarrear la pérdida de más de la mitad de las aves y mamíferos que habitan el continente,  un declive de entre el 20% y el 30% de la productividad de sus lagos y una pérdida significativa de especies de plantas. El informe estima que, al menos, medio millón de kilómetros cuadrados de suelo africano están ya degradados por la sobreexplotación de los recursos naturales, la erosión, la salinización o la polución.

En la zona de Ásia-Pacífico, de nuevo, el cambio climático es el motivo de mayor preocupación. En este caso, los investigadores destacan el riesgo de eventos climatológicos extremos, con potenciales consecuencias para la ciudadanía, la fauna y la flora. También alertan de prácticas insostenibles como las de la pesca: de seguir así, no habrá pesquerías explotables para 2048.

Entre otras conclusiones, los autores consideran que, si no se priorizan políticas y acciones para parar y revertir la pérdida de biodiversidad, se pondrán en riesgo la posibilidad de que cualquier región, y casi cualquier país, pueda  cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, fijados por la ONU, o con el Acuerdo de París.

“El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son dos caras de la misma moneda. Este exhaustivo y decisivo informe, elaborado por expertos de referencia internacional, pone el foco en la necesidad de proteger nuestro patrimonio natural pues es, en última instancia, nuestro principal medio de vida y nuestra principal fuente de riqueza. Estamos empobreciendo a la naturaleza y, con ello, comprometiendo nuestra calidad de vida y nuestro futuro. Las administraciones españolas y europeas tienen que ser más ambiciosas en la lucha contra la ‘pobreza natural’ y han de entender lo que la Ciencia nos está diciendo: esto es un problema global, que afecta a todo el planeta. Y la solución tiene ser también global: en nuestra forma  de vida, nuestros negocios y nuestra economía, debemos atender lo cercano, lo local, sin olvidar la cooperación y el trabajo a escala internacional. Este planeta necesita de liderazgos ambientales. España y la UE también”, concluye Asunción Ruiz.

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